«... el niño colombiano que se hizo famoso por cuidar ancianos pobres y cuya historia conmovió a Francia»
«El pequeño Albeiro, de apenas 8 años de edad, le estaba enseñando a leer y escribir a un adulto mayor cuando el periodista francés Tony Comitti lo vio por primera vez en su natal Bucaramanga, en el norte de Colombia.
Comiti llevaba ya años cubriendo la tumultuosa Colombia de finales de los 80 para uno de los principales canales en Francia, cuando, casi por casualidad, dio con la historia de un niño que vivía en la pobreza y que, en vez de salir a jugar después de terminar las clases, se iba por las casas de su barrio y buscaba a ancianos que necesitaran ayuda.
"Yo estaba en la peluquería. ¿Así es que se dice?", le dice Comiti a BBC Mundo luego de haberse excusado por su "español oxidado". "Vi su historia en el diario El Tiempo, pensé que sería una historia positiva, algo que ayudaría a motivar a las personas".
Lo que Tony no sabía en ese momento, hace ya más de 30 años, era que su encuentro con Albeiro iba a impulsar todo un movimiento de apoyo y reconocimiento internacional que actualmente se refleja en una fundación que ayuda a casi 500 ancianos en estado de vulnerabilidad del departamento de Santander.
Pero la historia de Albeiro Vargas, ese niño que los medios en Colombia llamaron en su momento "El ángel del norte", no empieza en Bucaramanga. Empieza, como muchas otras en el país, en el campo, con el drama del desplazamiento forzado.
Albeiro alcanzó su sexto cumpleaños con noticias: su abuelo, el papá de su papá, llegaría a vivir con ellos en el rancho de las laderas en el norte de Bucaramanga. Había tenido que dejar el campo también, pero en su caso por cuestiones de salud.
"Él trabajaba hasta que le diagnosticaron un cáncer. En ese entonces no había la posibilidad de ir a un hospital. La seguridad social era muy difícil", recuerda Albeiro. "Entonces, mi mamá lo atendía con los remedios caseros de la época, a su suegro, y con qué amor lo hacía, con qué compasión lo bañaba, lo vestía, le daba un cafecito mientras yo veía".
Albeiro comenzó simplemente llevándole el café a su abuelo, pero poco a poco, la relación entre ambos empezó a germinar. "Le enseñé los números del uno al diez, y las vocales. Me convertí en su profesor, porque todo lo que me enseñaban en la escuelita a los 7 años, yo se lo enseñaba a mi abuelo. ¡Y le exigía como alumno y lo regañaba cuando no hacía las tareas!".
Albeiro cuenta que dado lo peligroso que era el barrio -expuestos a la prostitución, las drogas y, sobre todo, a los grupos armados ilegales-, su mamá era sobreprotectora, con lo cual, su abuelo de 87 años se convirtió en su mejor amigo.
"Era a quien le contaba todo y a quien le escuchaba todas sus historias", evoca. A los pocos meses, el cáncer dejó a Albeiro sin su abuelo, y con un gran dilema que tenía que resolver de alguna manera.
Cuando la mamá de Albeiro encontró quién se había estado robando los panes de la cocina, le dio a su pequeño un termo, que podría llenar con café y repartirles a los abuelitos en las mañanas, antes de irse a estudiar. A algunos les repetía la visita en la tarde.
"Fue así que para cuando yo tenía 8 años, ya tenía unos 20 amigos de entre 70, 80 y 90 años", recuerda Albeiro, reconociendo que se había convertido en una responsabilidad muy grande para él solo.
"A veces los abuelitos me reclamaban: 'A ver, niño Albeiro, ayer no vino y me quedé esperándolo'. Y se volvió demasiado para mí. Fue cuando decidí conformar mi primera junta directiva".
Albeiro explica que su solución consistió en acudir a otros niños de la escuela para que lo ayudaran en sus labores con los ancianos, y que esa agrupación se conformara como se lo habían explicado en la escuela».
Extraído de BBC News. Link a la noticia completa
Esta es una historia más extensa que les invito a leer en su totalidad. Una historia increíble de propósito y del llamado de un niño de 8 años para realizar una tarea de amor y servicio, que nos enseña una gran lección y nos deja un gran desafío.
Oremos
Padre celestial, gracias por ejemplos de servicio como este que nos revelan que tu tienes para cada uno de nosotros tus hijos un plan, un propósito para reflejar y dar de tu amor a manos llenas. Enséñanos a descubrir nuestros dones y en obediencia ponerlos al servicio de los demás.
En el nombre de Jesús, amén.
Noela Rebollo
Foto de Pixabay en Unsplash