Ayer, 14 de julio, se celebro en Francia la Fiesta Nacional, conmemorando la toma de la Bastilla en 1789, símbolo del inicio de la Revolución Francesa.
Pero que pasó ese día? El pueblo francés se levantó contra la opresión del poder monárquico absoluto. Esta revolución marcó el nacimiento de una nueva era basada en tres ideales: Libertad, Igualdad y Fraternidad. Sin embargo, también trajo consigo una ruptura profunda con la fe cristiana, con la persecución de la Iglesia, la expulsión de sacerdotes, y el intento de reemplazar la fe por la “diosa razón”.
Y hoy, qué queda de eso?
Francia de hoy vive aún bajo la influencia de esa revolución. Es un país donde el principio de laicidad es central: la religión es vista como algo privado, separado de la vida pública. Aunque hay libertad de culto, la fe cristiana ha sido desplazada al margen de la sociedad.
Muchos franceses hoy viven espiritualmente vacíos, heridos por una historia que cortó sus raíces bíblicas. La Revolución abrió la puerta a una sociedad donde Dios fue sacado del centro, y esto sigue teniendo consecuencias: secularismo, relativismo, crisis de identidad, y una gran necesidad espiritual.
Motivos de oración:
Oremos por Francia, para que Dios restaure las raíces de fe en esta nación que un día fue conocida como “la hija primogénita de la Iglesia”.
Pidamos también por nuestras propias naciones, para que no sigan ese mismo camino de olvido espiritual. Que nunca perdamos la centralidad del Evangelio en medio de los cambios sociales.
Que el Espíritu Santo despierte un avivamiento de verdad, humildad y amor a Cristo en Francia, en América del Sur, y en todo el mundo.
“Si el Hijo los hace libres, serán verdaderamente libres.” – Juan 8:36
(Noticias de hermanos sirviendo en Francia)