
Dios busca en su pueblo personas que intercedan delante de su trono de gracia, (Ez. 22.30). Estamos llamados a clamar por las naciones, por los que están en autoridad, por la Iglesia, por los líderes espirituales y por la familia, echando por tierra toda fortaleza que se levante en contra del Reino de los cielos.
Somos peregrinos en esta tierra, en la que caminamos en comunión con el Padre.
Nuestro “caminar orante” nos lleva a descubrir en Jesús como mediador, una perla preciosa. Ahora al tener libre entrada al Padre, en su lugar secreto, recibimos convicción, palabra fresca, sosiego y visión.
El rey David y el profeta Daniel son dos grandes peregrinos que hicieron su “caminar orante” y hoy nos inspiran para ir a las profundidades y encontrar las perlas que están guardadas para nosotros.
Que en la intercesión seamos vivificados, sintamos que Dios es, que Dios está y que la sala del trono, es un lugar accesible para cada uno de nosotros: peregrinos.