En los tiempos de la reforma, la adoración y el servicio público a Dios era exclusivo del clero. La Biblia leída en latín por el sacerdote, le quitaba a la gente el acceso personal a la revelación de Dios.
La reforma que impulsó Lutero, acercó la Biblia a la gente, trayendo esperanza y mostrándoles que, a través de la muerte y resurrección de Cristo se abrió la puerta para tener una relación personal e íntima con Dios, en la cual la adoración es fundamental.
«Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad (…) el Padre tales adoradores busca que le adoren (...) los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren». Jn. 4.23-24 (RVR60)
¿Hemos dejado que la comodidad, las falsas doctrinas y las costumbres heredadas cambien la adoración que el Señor está buscando que le demos?
Durante este mes procuraremos hacer de nuestro tiempo íntimo con el Señor lo más importante, para ser envueltos en un deleite, donde la adoración en espíritu y verdad brota de un corazón sincero.