
En el desierto y en la tierra seca, Dios nos cuida, nos conoce y se da a conocer.
Oseas 13.5-6
«Yo los cuidé en el desierto, en esa tierra árida y sedienta por donde anduvieron tanto tiempo. Pero cuando llegaron a la tierra próspera y comieron hasta quedar satisfechos, entonces se volvieron orgullosos y se olvidaron de mí». NBV
«Te conocí en el desierto, en esa tierra seca». (PDT)
«Yo te conocí en la aridez del desierto». (RVC)
Oremos:
Que la misericordia de Dios se manifieste sobre nuestra tierra Uruguay, en el cielo y en la tierra.
Que nos sostenga mientras dura la crisis y toque los corazones de los uruguayos también secos y áridos a fin de que le conozcan y alcancen su salvación
Oramos con la Palabra de Dios (Jeremías 14.1-8 y 20-22)
Jeremías 14:1-8 (RVC)
«La palabra del Señor vino a Jeremías por causa de la sequía. Judá está de luto. Ya nadie frecuenta sus puertas. Todos se sientan en el suelo, y el clamor de Jerusalén va en aumento. Los ricos mandan a sus criados por agua, y ellos van a las cisternas; pero vuelven con las vasijas vacías porque agua no hay, y avergonzados se sonrojan y no dan la cara. La tierra se resquebraja porque no ha llovido en el país. Los labradores están confundidos, y esconden el rostro. Aun las ciervas paren a sus crías y las abandonan en los campos, porque ya no hay hierba. Los asnos salvajes se paran en lo alto de los cerros, con la mirada perdida, y aspiran el viento, como chacales, porque ya no hay hierba. Señor, aunque nuestras iniquidades nos acusan, y aunque nuestras rebeliones se han multiplicado y hemos pecado contra ti, haz honor a tu nombre y actúa en nuestro favor. ¡Tú eres la esperanza de Israel! ¡Tú eres su protector en momentos de angustia! ¿Por qué actúas como si fueras un extraño en la tierra, como un caminante que se retira para pasar la noche?»
Jeremías 14:20-22 (RVC)
«Reconocemos, Señor, nuestra impiedad y la iniquidad de nuestros padres, pues contra ti hemos pecado. ¡Pero no nos deseches! ¡No deshonres tu trono glorioso! ¡Haz honor a tu nombre!¡Acuérdate de tu pacto con nosotros!¡No lo invalides! No hay entre los ídolos de las naciones uno solo que haga llover. ¡Pero tú, Señor, eres nuestro Dios!¡Tú eres quien nos manda del cielo las lluvias! Por eso esperamos en ti, pues tú haces todas estas cosas».
Dios siempre abre ríos en el desierto
Leemos la Palabra damos gracias por su esperanza y oramos que su obra se cumpla en nosotros.
Isaías 58.11-12 (RVC)
«Entonces yo, el Señor, te guiaré siempre, y en tiempos de sequía satisfaré tu sed; infundiré nuevas fuerzas a tus huesos, y serás como un huerto bien regado, como un manantial cuyas aguas nunca faltarán. De generación en generación tus descendientes edificarán las ruinas y los cimientos de antaño, y tú serás conocido como reparador de ruinas y restaurador de calzadas otrora intransitables».
Jeremías 17.7-8 (RVC)
«Pero bendito el hombre que confía en mí, que soy el Señor, y que en mí pone su confianza. Ese hombre es como un árbol plantado junto a los arroyos; echa sus raíces junto a las corrientes, y no se da cuenta cuando llega el calor; sus hojas siempre están verdes, y en los años de sequía no se marchita ni deja de dar fruto».
Dios envía sus lluvias a su tiempo y son para bien
Ezequiel 34.26-31 (RVC)
«Pondré mi bendición en ellas y en los alrededores de mi colina, y haré que llueva cuando deba llover, y esa lluvia será de bendición. La tierra y los árboles del campo darán su fruto, y mis ovejas vivirán seguras sobre su tierra. Cuando yo rompa las coyundas de su yugo, y las libre de las manos de sus opresores, sabrán que yo soy el Señor. Mis ovejas no volverán a ser el botín de guerra de las naciones, ni las fieras salvajes volverán a devorarlas, sino que vivirán tranquilas y sin que nadie las espante. Su país será famoso por su fertilidad, y no volverán a sufrir de hambre en su tierra, ni las naciones volverán a avergonzarlas. Entonces mis ovejas sabrán que yo, su Señor y Dios, estoy con ellas, y que ellas son mi pueblo, el pueblo de Israel. Palabra de Dios el Señor. Ustedes son mis ovejas. Son las ovejas de mis pastos; ustedes son hombres, y yo soy su Dios. Palabra de Dios el Señor».
Oseas 6.3 (RVC)
«Entonces conoceremos al Señor, y más y más lo iremos conociendo. Vendrá a nuestro encuentro como la luz del alba, como vienen a la tierra las lluvias tempranas y las lluvias tardías».
En Dios esperamos
Esperamos: La bendición que José recibió, para Uruguay.
Deuteronomio 33.13-16 (RVC)
«A José le dijo:¡Que el Señor bendiga tu tierra con las mejores lluvias de los cielos y con las aguas que brotan del abismo! ¡Que el Señor te bendiga con los mejores frutos del sol y con los ricos productos de la luna! ¡Que el Señor te bendiga con los mejores frutos de los montes perennes y con la abundancia de las montañas eternas; con los mejores dones de toda la tierra y con el favor del que habita en la zarza!¡Que todo esto se derrame sobre José, sobre aquel que es el príncipe de sus hermanos!»
Esperamos: La bendición para la tierra
Salmos 65.5 (RVC)
«Tú, Dios de nuestra salvación, nos respondes con grandes actos de justicia. En ti esperan los confines de la tierra y los mares más remotos».
Salmos 65:9-13 (RVC)
«Tú, con la lluvia, cuidas de la tierra, y en gran manera la fecundas y enriqueces. Llenas de agua tus corrientes caudalosas y preparas el grano, cuando así lo dispones. Haces que los surcos se empapen y que se nivelen los terrones; con tus lluvias los reblandeces, y bendices sus renuevos. Con tu bondad engalanas el año; a tu paso vas esparciendo abundancia. Los pastizales del desierto se ven rebosantes, y las colinas se revisten de alegría; los llanos se saturan de rebaños, y los valles se tapizan con trigales. ¡Todo canta y lanza gritos de júbilo!»
Esperamos: En la operación del Espíritu Santo.
Joel 2.23 (RVC)
«Y ustedes también, hijos de Sión, alégrense y llénense de gozo en el Señor su Dios; porque él les ha dado la primera lluvia a su tiempo, y enviará sobre ustedes lluvias tempranas y tardías, como al principio».
Joel 2:28-29 (RVC)
«Después de esto, derramaré mi espíritu sobre la humanidad entera, y los hijos y las hijas de ustedes profetizarán; los ancianos tendrán sueños, y los jóvenes recibirán visiones. En aquellos días, también sobre los siervos y las siervas derramaré mi espíritu».
Joel 2:32 (RVC)
«Y todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo, y entre ellos estará el remanente al cual el Señor ha llamado, porque en el monte de Sión y en Jerusalén habrá salvación, tal y como el Señor lo ha dicho».
Esperamos: En que la Palabra de Dios sea conocida y así aumente el número de los discípulos.
Hechos 6.7 (RVC)
«Conforme crecía el conocimiento de la palabra del Señor, se multiplicaba también el número de los discípulos en Jerusalén, y aun muchos de los sacerdotes llegaron a creer».